martes, 5 de junio de 2007

El método científico


En la escuela trataron, con no demasiado éxito, de enseñarme lo que era el método científico pero sólo comprendí cómo funcionaba mucho tiempo después, colgados ya los pantalones cortos y casi olvidado (eso nunca se olvida del todo) el olor a lapiceros mordidos y a goma de borrar Milán.


Es simple, si bien se mira: se observa el fenómeno que va a estudiarse, se desarrolla una hipótesis, una explicación más o menos plausible de por qué sucede tal cosa, se realizan experimentos que prueben o refuten esa suposición y, caso de resultar cierta, se elabora una teoría científica que explique formalmente el fenómeno.

Hay una acotación importantísima que es necesario recalcar: para poder llamarla científica, una hipótesis tiene que ser falsable, es decir, debe ser susceptible de ser probada o refutada. Por ejemplo, una hipótesis que dice que "las cosas caen al suelo debido a que duendes indetectables de ojos saltones las empujan hacia abajo" es imposible de probar como cierta pero también es imposible de refutar ya que si los duendes esos son indetectables... pues eso... son indetectables así que nunca podremos saber si están ahí, empujando los objetos y, por lo tanto, independientemente de si existen o no, preguntarse sobre su existencia cae fuera del ámbito de la ciencia y cualquier especulación al respecto no es ciencia.

Esto suelen olvidarlo quienes gustan de presentar como científicas supuestas pruebas acerca de la existencia de espíritus, seres de otra dimensión o creadores de mundos. Lo mismo vale para quienes publicitan como avances científicos cosas como agua magnetizada, pulseras milagrosas, remedios homeopáticos y babas de caracol.

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