jueves, 31 de mayo de 2007

La paradoja de los gemelos

Dicen que el tiempo, la percepción del paso del tiempo, es dependiente del observador. Cuando oigo esto pienso siempre en la forma en que el tiempo discurre, tan lentamente, cuando nos aburrimos y cómo vuela cuando nos lo estamos pasando bien. Relatividad, ya saben, aunque seguramente los físicos no estarán de acuerdo con esa consecuencia de la Teoría.

Einstein propuso un experimento mental para intentar probar esa condición de dependencia del tiempo respecto del observador. Se trata de suponer a dos gemelos, uno de los cuales se queda en la Tierra mientras el otro viaja por el espacio a velocidades próximas a la de la luz. Su reencuentro resultará de lo más sorprendente ya que, debido a los efectos relativistas, el tiempo se habrá dilatado, habrá transcurrido más lentamente, para el viajero y será, por tanto, más joven que su hermano gemelo.

A esto se le llama, vox populi, "la paradoja de los gemelos" aunque, en realidad, la auténtica paradoja no es el hecho de que uno sea más joven que el otro. La auténtica paradoja, que, dicho sea de paso, trajo no pocos quebraderos de cabeza a Einstein hasta que logró resolverla, consiste en que, dado que no hay un marco de referencia fijo sino que éste varía dependiendo del observador, desde el punto de vista del gemelo viajero es el otro, el que está en la Tierra, el que se mueve con respecto a él y, por tanto, debería ser al otro a quien afectara la dilatación del tiempo y ser, por tanto, más joven.

Así pues, ¿para cuál de los dos se dilata el tiempo, en realidad? Hay una especie de justicia poética en la duda mas, desafortunadamente, la física y la poesía tienen pocos puntos de contacto y las matemáticas resolvieron, finalmente, la paradoja: el que se queda en casa envejece más rápido, hecho que fue probado posteriormente mediante experimentación mandando de viaje relojes atómicos sincronizados con otros en el suelo. En fin.

Pero, consolémonos, aún siguen quedando pequeños misterios en torno al tiempo. Por ejemplo:

El tiempo suele quedarse en suspenso entre dos acordes mayores de guitarra, adormecido como el pequeño roedor que busca sobrevivir al invierno. Las bailarinas siempre lo han sabido y aprovechan esos instantes sin tiempo para levitar sobre las puntas de sus pies, libres de la tiranía de las leyes físicas.

También es cierto que se han dado casos de bailarinas cuyos pies han logrado detener todos los relojes del teatro.

Edgar Degas lo sabía. Lo pintó muchas veces.


miércoles, 30 de mayo de 2007

Alondras y otras avecillas

Esto es una especie de porqué.

Y es que, a veces, las alondras emprenden vuelos circulares que las llevan más allá del horizonte. El que camina las ve pasar acongojado y espera que regresen pronto a llenar el aire con sus trinos. Su falta puede llegar a causar tan hondo vacío que tal vez un blog no sea más que un vano intento de reemplazar lo irreemplazable.

Afortunadamente, una semana pasa rápido y, mientras tanto, puedo intentar informarme sobre qué es una alondra:


Reino: animalia
Phyllum: chordata (cordados)
Clase: aves
Orden: paseriformes
Familia: alaudidae (aláudidos)


La familia de los aláudidos agrupa a unas 250 especies de alondras, terreras y calandrias y, al parecer, el género Alauda al que pertenece la alondra común (Alauda arvensis) fue descrita por el mismísimo Linneo allá por el siglo XVIII.

He de hablar de Linneo otro día y de sus trajes de esquimal pero ahora no puedo dejar de comentar que los paseriformes son esos que suelen llamarse "pájaros canores", es decir, los pajarillos de bosques, praderas y jardines, para entendernos.

Dicen que las alondras no cesan de cantar mientras son perseguidas por las aves de presa. Tal vez no sea más que el simple resultado de un proceso evolutivo, una característica que se ha ido potenciando porque sobreviven y se reproducen más las alondras que cantan que las que no lo hacen. A mí me parece, sin embargo, que la alondra canta para conjurar el miedo. Ése como vértigo ante el vacío del futuro a nuestros pies. ¿O será mi propio miedo el que me hace pensar tal cosa?

Mientras lo pienso de nuevo:

Canta la alondra arriba,
muy arriba sobre las tejas del mundo mientras llueve...


martes, 29 de mayo de 2007

Érase una vez...

Es mi primer día en el mundo de los blogs así que, ajeno aún a formalismos y etiquetas, voy a mi aire y empiezo como suelen empezar los cuentos: con un "érase una vez".

Pero como esto no será un cuento dejo la frase flotando en el aire, colgada de unos puntos suspensivos que no llevan a parte alguna.

Ahora hay que dar forma al continente de estos xuspiros y pintarlo con colores que no irriten la pupila. Hay que probar tipos
de letra que puedan ser leídos cómodamente. Hay que llenar de tinta los tinteros, afilar las plumillas y aprestar los secantes... O sus equivalentes sigloveintiunescos.

Nos vemos en un xuspiro.