Mostrando entradas con la etiqueta Xus. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Xus. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de mayo de 2013

Zombis de supermercado


Un hipermercado es ese sitio al que hay que ir una vez por semana con objeto de aprovisionarse de comida suficiente para sobrevivir a un holocausto nuclear, independientemente de que en casa ya se tengan alimentos de sobra para resistir holgadamente a dos tsunamis y tres guerras mundiales. Nada obliga, en principio, a que los ciudadanos asalten en masa dichos establecimientos pero el instinto parece empujarnos a acudir a ciertos lugares en tropel, incitándonos a apelotonarnos en cines, conciertos de rock, estadios de fútbol y discursos papales del mismo modo que las luciérnagas de Malasia se apiñan por millones en el mismo árbol, totalmente ajenas a que, apenas a diez metros, hay disponible toda una jungla razonablemente vacía de luciérnagas. Tal vez se deba a este comportamiento gregario del ser humano el hecho de que los hipermercados, como los castillos medievales, suelan estar ubicados preferentemente en lugares altos que dominan la ciudad. Las hordas asaltantes se encuentran en desventaja ante los imponentes muros que se yerguen sobre los puestos de aparcamiento y las hileras de carritos metálicos desprolijamente desparramados por todo el recinto y eso las condiciona de antemano a reprimir el impulso de saqueo. La mayor parte de las veces, al menos.

El cliente tipo de un hipermercado suele ser de mediana edad, sexo femenino, estado civil variable y un humor de perros. Dejen que me explique. Si bien es cierto que la población humana que deambula por los pasillos manoseando envases y derribando pilas de cajas presenta una distribución aproximadamente paritaria de ambos sexos, digo que el cliente tipo suele ser mayoritariamente femenino debido al hecho demostrado de que los individuos de sexo masculino presentes en el lugar no suelen ser clientes propiamente dichos sino simples zombis que meramente acompañan a una mujer. Cuando una aguda voz femenina se eleva sobre el ruido de fondo gritando estentórea: “¡esas no, pedazo de animal, no ves que están verdes!”, dicho grito suele haber sido proferido en dirección a un ser de grandes manazas y ojos vacuos que mira con perplejidad la bolsa de plástico a medio llenar de ciruelas que tienen todo el aspecto de haber sido recientemente extraídas de una cantera de grava. Debido a incidentes de este tipo, la tendencia natural en la mayoría de las duplas mujer-zombi, suele obligar a que sea este último quien, con cara de resignación, empuje el carrito a través del recinto mientras la mujer se  dedica a llenarlo de productos con agilidad y destreza.

Pero hay zombis y zombis. Está, por ejemplo, el zombi novato. Suele ser joven e inexperto y, habitualmente, muestra una actitud apasionada y efervescente que le lleva a maravillarse por casi cualquier cosa.

— Mira, Graciela, ¿has visto? ¡Mandarinas!

— Sí, ya las he visto. Son las mismas de la semana pasada, pelotudo. Un tres por ciento más caras, por cierto. Cómo está la vida, Dios mío.

El zombi novato comete los errores propios del desconocimiento de los arcanos de la economía doméstica pero tropieza una y otra vez con la misma piedra.

— Graciela, ¿nos llevamos esta mermelada para desayunar?

— ¿Ésa? ¿Es que estás mal de la cabeza? Agarra la que está al lado que vale dos centavos menos y trae cinco gramos más por frasco, bruto.

 La energía vital del zombi novato va disminuyendo durante la jornada y, al cabo de tres o cuatro horas de estancia en el lugar, su primitiva efervescencia se va transformando en apatía con lo que se hace prácticamente indistinguible del zombi veterano. De no ser por el aspecto físico, ya que éste último suele tener más panza, más canas y mucha menos paciencia.

— Facundo, me alcanzarías esa lata de tomate triturado.

— ¿Ésta?

— No, ésa no, la de al lado.

— ¿Ésta?

— ¡La del otro lado!

— Listo.

— Bah, ponla en su lugar de nuevo, voy a llevar tomates naturales.

— ¡¡Vete a la…!!!

Pero el zombi veterano suele tener un plan de escape que suele funcionarle razonablemente bien.

— Cariño, me acerco a la carnicería a comprar unos bifes y un poco de vacío para el asado.

Y desaparece durante una buena media hora o tres cuartos mientras la mujer continúa con su compra con eficiencia anglosajona. No echará de menos al zombi hasta que tenga que alcanzar un envase del estante más alto, momento en el que el futuro del zombi veterano empezará a adquirir unas expectativas bastante sombrías. Si es que no las tenía ya, debido al incidente de las ciruelas.

Hay una tercera especie de zombi que empieza a observarse cada vez con más frecuencia en los grandes hipermercados, si bien cabe señalar que su hábitat natural sigue siendo otro tipo de establecimiento más pequeño y próximo a su lugar de trabajo, particularmente cervecerías, quioscos y estaciones de servicio. Se trata del zombi soltero, que, aunque apenas se distingue de las otras dos subespecies en cuanto a comportamiento, no tiene al lado a una mujer que le vaya indicando por dónde ir y, en consecuencia, suele encontrársele parado en silencio frente a los estantes de productos de limpieza rodeado de un halo de duda y concentración, hipnotizado por la profusión de marcas y colores, aturdido por la ingente variedad de tipos de suavizante para la ropa, tal vez semi-intoxicado por el olor a detergente que invade la atmósfera de esa sección o quién sabe si sumergido en profundas reflexiones acerca de la última alineación del equipo de fútbol de sus amores. El zombi soltero saluda con corteses movimientos de cabeza a todo zombi con el que se cruza y recibe a cambio forzados buenos días, sonrisas condescendientes y ondas de pura envidia reconcentrada.

Para poner fin a este breve opúsculo, conviene reflexionar sobre la relación entre los hipermercados y la vida afectiva del ciudadano medio. Dado que las visitas a estos lugares suelen producirse en jornadas no laborables, las cuales, incidentalmente, suelen ser también las elegidas para el apareamiento mujer-zombi (exclusión hecha del zombi soltero que se las arregla cómo y cuándo puede), es inmediata la relación de causalidad directa entre la intensidad de las discusiones en la sección de congelados y la disminución del impulso sexual en la mujer. Podemos concluir, por tanto, que las compras semanales tienen una influencia altamente negativa en la reproducción de la especie por lo que sería de desear que se redujeran al mínimo imprescindible para garantizar la supervivencia inmediata. ¡Sobre todo si están televisando un Boca-River, caramba!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Tango


Arrastrar por los charcos la tristeza
como el niño
arrastra la cometa que no pudo volar.
Imprecar
a la nube que pasa,
al camino que no lleva a parte alguna
y al viandante que lo transita
con inseguros pasos de perro apaleado.

Maldecir a la mujer a quien se adora.
Ahogarse.
Ahogarse en la marea creciente
de las lágrimas que pugnan por brotar.
Estampar
el roto y sangrante corazón
contra el viejo, húmedo, empedrado.

En una palabra:
tango.

viernes, 12 de octubre de 2007

Navegante


Casi un mes ya desde nuestra partida con rumbo a lo inexplorado. Atrás dejábamos entonces la fresca brisa de nuestra patria y los familiares aromas del hogar en busca de fama y, acaso, riquezas en un mundo nuevo. El estímulo de la aventura nos hacía mirar las estrellas con excitación apenas contenida a medida que las formas familiares de las constelaciones dejaban paso a otras distintas. Nuevas. Desconocidas. Fascinantes. Todo iba bien hasta que la nave sufrió la rotura que la detuvo en esta zona ignota que no figura en mapa alguno.

Cartographer (Donato Giancola)
A falta de una estrella de referencia de la que poder extrapolar nuestra posición, las computadoras de navegación no pueden decirnos cómo salir de esta remota parcela de la galaxia. Debo intentar trazar nuestra derrota manualmente, como antaño hicieron otros navegantes antes que yo. Será una enorme ironía del destino que de entre todos estos rudos aventureros del espacio venidos de cien planetas distintos sea yo, una sencilla mujer de la Tierra, quien salve esta misión del desastre.

viernes, 7 de septiembre de 2007

África


Me hablaron una vez del sufrimiento de todo un continente, del desesperar lento y resignado de millones de almas, de la muerte y de la sangre y de ríos que se volvieron salados por tanta lágrima vertida. Me hablaron y me hablaron y me enseñaron fotos de moscas y llagas purulentas, de chozas humeantes después del incendio y de manos y pies amputados a golpe de machete. Me lo contaron todo a la hora de la cena y me importó poco o nada.

Pero en algún lugar de la sabana, protegida del implacable sol y a resguardo de las botas claveteadas que podrían pisotearla, la semilla de la esperanza germinará allí donde cayó.

La Main Verte (Séverine Pineaux)

jueves, 30 de agosto de 2007

Ángela

Men and angels (James Christensen)
Ángela experimentaba el lento deslizar del tiempo con la precisión de un mecanismo de relojería. Podía ver su pasado como una interminable sucesión de postes clavados a la orilla de un camino que se perdía en la distancia, más allá del horizonte. Se sentía como un viejo óleo cuya pintura comenzaba a descascarillarse, un objeto próximo a ser arrinconado por inservible.

Mas de las brumas de ese mismo tiempo al que temía surgió la voz que le susurró al oído las palabras que tanto había ansiado escuchar: el futuro no existe y debe ser construído minuto a minuto mientras nos quede aliento.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Manglar

Mangrove Mystique (Ana I. Quirós)

El aire del bosque olía a hongos, a humedad, a musgo. Largos jirones de una niebla espesa y pegajosa se arrastraban casi a ras de suelo enroscándose en torno a los troncos de los árboles. Pensó que era la atmósfera perfecta para una de aquellas historias de fantasmas que solían contar los chicos, la cara iluminada por la rojiza luz de una linterna, frente a la hoguera de un campamento. Caminó sin prisas en dirección a la orilla del pantano y siguió adelante incluso cuando sus pies comenzaron a caminar sobre el agua. Sólo se detuvo al volver a flotar sobre la tierra seca al otro lado, en el lugar en que había muerto.

martes, 31 de julio de 2007

Otoño


Pues, no sé muy bien por qué, me he puesto otoñal el último día de julio. Serán cosas del calentamiento global ése, que comienza a reblandecer seseras y aniquilar neuronas como vulgar vino peleón. En fin.


Cuando el verano termina los colores del mundo se entibian, los bosques se visten con tonos ocres y dorados y el cielo frunce el ceño y busca cómo pintarse la cara a lo ancho de toda la gama de los grises, sin acabar de decidirse. Los tejados entretienen el tedio de las tardes plomizas dejando caer gotas de agua sobre las cabezas de los que pasan mientras, húmedos y ateridos, los amantes y los pájaros buscan el refugio de los porches en penumbra para darse un beso de buenas noches picoteándose los labios.

Cuando venga el otoño, el viento me traerá en volandas el perfume de tu pelo y me susurrará al oído tu nombre. No tendré más remedio que volver a amarte de nuevo desde el principio.

martes, 24 de julio de 2007

Solsticio de Verano

Trust


Será consecuencia, tal vez, de la conjunción cósmica de los astros pero cuando pienso en hacerte un regalo no se me ocurre nada más pequeño que un mundo. No es que te ame más o te ame menos pues es una imposibilidad matemática sumar o restar cualquier cosa a infinito. Será, probablemente, que durante el solsticio de verano la noche es tan corta que el sueño apenas si viene a visitarme y tengo, entonces, más tiempo para amarte.

jueves, 19 de julio de 2007

Micro-relatos

El fenómeno del cuento breve, del micro-relato, ni es reciente ni, creo yo, añade nada novedoso al arte de emborronar cuartillas pero parece el vehículo ideal para transportar literatura a través de las autopistas de la información. Mientras que puede resultar un poco pesado enfrentarse a las tropocientas páginas de Guerra y Paz frente a la pantalla de un ordenador, un cuentito de diez o doce líneas se lee, sin embargo, en uno o dos minutos sin mayor complicación que un e-mail. No es de extrañar que pulule por la red una inmensa legión de escritorzuelos aficionados empeñados en mostrar al mundo, desvergonzadamente, sus escritos. Verbigracia:

Richard Pantell - Couple (detalle)

Hace tanto tiempo que estamos juntos, querida mía, que nuestros cuerpos se han ido arrugando como frutas maduras y el recuerdo de aquella indecente proposición que nos hicieron una vez es apenas una gota en el vasto océano de nuestra memoria. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas la voz almibarada y seductora, la promesa del placer inmenso que experimentaríamos si nos aveníamos al trato? ¿Recuerdas el picante hormigueo de la tentación de dejarnos arrastrar por el goce de los sentidos, de sucumbir al pecado? ¿Recuerdas el jardín, el huerto, el árbol? A veces me pregunto qué habría pasado si hubiéramos llegado a comernos aquella manzana.

jueves, 5 de julio de 2007

Delirium


En las noches sin luna, mientras el viento aúlla tras los postigos enredándose en las lanzas de los cipreses, pequeños seres furtivos reptan por las paredes en la oscuridad de mi cuarto. Son diminutos y viscosos depredadores de aspecto monstruoso que buscan arrastrarme consigo al inframundo llamado locura en el que habitan y del que sólo emergen en noches insomnes como ésta.

Mi única defensa frente a esas hordas pavorosas consiste en sentarme frente a la ventana y, hora tras hora, buscar mi salvación en el fondo de una botella de whisky.

Up in the Studio (Andrew Wyeth)
Hay familias en las que el talento fluye de modo natural generación tras generación, o eso parece empeñarse en contarnos el árbol genealógico de los Wyeth. Andrew, nacido en 1.917, es autor de imágenes tan inquietantes como la que precede a estas líneas, "Arriba en el estudio", o la que las sucede, "El mundo de Christina", más conocida, quizás. Es hijo y padre de pintores, Newell Convers (N.C.Wyeth, para los museos) y Jamie, mientras que sus hermanos, Nathaniel y Henriette, son, respectivamente, inventor que patentó varios polímeros y pintora, madre del también artista Michael Hurd.

Christina's World (Andrew Wyeth)
Entre principios de los años setenta y mediados de los ochenta, Wyeth se dedicó a pintar a su vecina, Helga Testorf, al parecer sin que la modelo se enterase. Tampoco se enteró el marido de ésta, quien tras regresar de un viaje se encontró a su Helga en la portada de la revista Time. Sospecho que no debió hacerle mucha gracia.

Portada Time

jueves, 28 de junio de 2007

Juana

Juana I de Castilla, la loca, vivió entre 1.479 y 1.555 y, curiosamente, las cortes de Castilla nunca la incapacitaron oficialmente para gobernar por lo que fue reina de España hasta su muerte.

Mejor dicho, fue: Reina de Castilla y de León, de Galicia, de Granada, de Sevilla, de Murcia y Jaén, de Gibraltar, de las Islas Canarias y de las Indias Occidentales (1504-1555). Reina de Aragón, de Navarra, de Nápoles y Sicilia (1516-1555). Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y Brabante, condesa de Flandes, condesa de Barcelona y señora de Vizcaya.

La leyenda que narra el cuadro de Pradilla, esa tétrica figura en cabeza de una comitiva que pasea por media Castilla el cadáver de su amado Felipe, posiblemente es falsa, urdida para contribuir a forjar la idea de una Juana incapaz y así legitimar el gobierno de su hijo Carlos (primero de España y quinto de Alemania), pero no por ello es menos impactante ni deja de ser una romántica aventura.


Juana la Loca (Francisco Pradilla, 1877)

Es invierno y el rudo viento castellano abofetea sin piedad los rostros de la comitiva sin hacer distingo entre nobles y siervos. Sólo tú entre todos, mi señor, confinado en la que será morada última de tu cuerpo, estás libre de su azote.

Murmuran a mis espaldas los duques y obispos. No se atreven a llamarme loca mis damas aunque leo en sus ojos que piensan que el juicio he perdido por amaros más allá de la muerte. Comadrean los cortesanos diciéndose que bien podrían estar al abrigo de los muros del convento que dejamos atrás en vez de estar helándose en medio de este desolado páramo. No podía permitirlo, mi señor. Celosa soy de vos, aún sabiendoos exánime. No hubiera podido soportar que pasarais la noche entre tantas mujeres por más que monjas y novicias hayan hecho ofrenda de su castidad a Nuestro Señor.

Loca, dicen que soy y tal vez no yerren, después de todo, pues hay quien asegura que el amor no es sino una forma de locura. En tal caso, loca me confieso por vos aunque hayáis muerto. Loca porque con vos también yo he muerto y, sin embargo, en mi demencia, aún respiro.

lunes, 18 de junio de 2007

Rosa negra

Rosa NegraLa semilla de la tristeza es chiquitita, como de mostaza o comino. Echa raíces en las grietas más angostas e insignificantes y horada la roca con la insistencia de quien tiene toda la eternidad ante sí para crecer y fortalecerse. La flor que de ella brota es oscura y su tallo está cubierto de aceradas espinas, como rosa negra. Muchos son los que se hieren gravemente al tratar de arrancarla.

sábado, 16 de junio de 2007

El sendero de las lágrimas

Cuando la luna llena de agosto arde de fiebre y baja hasta el arroyo para refrescarse, abandona el coyote su cubil escondido en la montaña y sobrevuela el águila calva el territorio secular del bisonte. Vuelan hacia el sur las garzas, sus plumas del color de la ceniza, y yo me elevo en el aire aferrado a tu mano que me lleva hacia lo eterno.


Tras comprar a Francia el territorio de Luisiana en 1.803, los incipientes Estados Unidos de América se hicieron con una vasta extensión de más de 2 millones de km² al Oeste del río Mississippi (espero haberlo escrito bien porque me he quedado casi sin eses ni pes). Pronto se comenzó a animar a las tribus indias a que se trasladaran a esos nuevos territorios, intercambiando sus tierras ancestrales en el Este por las nuevas, que comenzaron a conocerse como Territorio Indio, como todo el mundo sabe por las películas de John Wayne. Posteriormente, en 1.830, el Congreso aprobaría la llamada Indian Removal Act, una ley que facilitaría enormemente estos intercambios de tierras.

La ley fue entusiásticamente apoyada por los estados del Sur, en particular por Georgia, el estado más grande por entonces, que estaba inmerso en una disputa territorial con la Nación Cherokee pero, como es de suponer, a los indios no se les preguntó su opinión sino que simplemente se presionó brutalmente a los líderes tribales para que se plegaran a firmar los tratados de intercambio de tierras.

En 1.835 se firmaría el Tratado de Nueva Echota que llevaría a los cherokees a emprender El Sendero de las Lágrimas, en el que morirían miles de indios.

Parece ser que dicho tratado nunca fue aceptado por los cherokees y, de hecho, en 1.838 se presentó ante el Congreso una petición avalada por más de 15.000 firmas de cherokees, solicitando que se invalidase. Pero el Gran Padre Blanco de Washington (Van Buren, por entonces) lo hizo cumplir de todas formas y en mayo de ese mismo año envió al séptimo de caballería (en realidad no sé qué regimiento enviaría pero en las pelis siempre es el séptimo el que aparece).

Unos 17.000 cherokees fueron sacados de sus casas a punta de pistola y confinados en campamentos, lo que hoy llamaríamos campos de refugiados, antes de ser enviados hacia el Oeste a lo largo de una ruta de miles de kilómetros hacia lo que hoy es el estado de Oklahoma. Fue en estos campamentos, asolados por la disentería y otras enfermedades, donde se produciría la mayor parte de las miles de muertes provocadas por el traslado.

En la actualidad, los cherokees son el grupo amerindio más numeroso en los Estados Unidos.

miércoles, 13 de junio de 2007

El vendedor de globos

El carro traquetea sobre los adoquines envuelto en jirones de niebla, las botellas de leche tintineando con cada giro de las ruedas, los cascos del caballo levantando húmedos ecos del empedrado. Al pasar frente al mercado, la nariz es golpeada por el ácido olor de las verduras en descomposición y el más rotundo del pescado que hace tiempo no ve el mar. Se escuchan sonidos de cajas arrastradas y sacos que caen sordamente, de cuchillos afilándose, piedra contra metal, de voces madrugadoras que ya pregonan su mercancía desde primera hora. Hay un corrillo de sujetos malencarados esperando a sus potenciales víctimas apoyados en la pared mientras se limpian las uñas con sus navajas. El gris lo invade todo, como un dolor, por insignificante que sea, invade cuerpo y mente de quien lo padece.

Pero en el extremo más alejado de la calle, única nota de color sobre el gris dominante, el vendedor de globos pinta el barrio con su sonrisa sempiterna mientras atiende a sus pequeños clientes.

Y la dulce Fan Yi, entibiando los recuerdos de la fría y húmeda mañana de mi juventud.

martes, 5 de junio de 2007

El método científico


En la escuela trataron, con no demasiado éxito, de enseñarme lo que era el método científico pero sólo comprendí cómo funcionaba mucho tiempo después, colgados ya los pantalones cortos y casi olvidado (eso nunca se olvida del todo) el olor a lapiceros mordidos y a goma de borrar Milán.


Es simple, si bien se mira: se observa el fenómeno que va a estudiarse, se desarrolla una hipótesis, una explicación más o menos plausible de por qué sucede tal cosa, se realizan experimentos que prueben o refuten esa suposición y, caso de resultar cierta, se elabora una teoría científica que explique formalmente el fenómeno.

Hay una acotación importantísima que es necesario recalcar: para poder llamarla científica, una hipótesis tiene que ser falsable, es decir, debe ser susceptible de ser probada o refutada. Por ejemplo, una hipótesis que dice que "las cosas caen al suelo debido a que duendes indetectables de ojos saltones las empujan hacia abajo" es imposible de probar como cierta pero también es imposible de refutar ya que si los duendes esos son indetectables... pues eso... son indetectables así que nunca podremos saber si están ahí, empujando los objetos y, por lo tanto, independientemente de si existen o no, preguntarse sobre su existencia cae fuera del ámbito de la ciencia y cualquier especulación al respecto no es ciencia.

Esto suelen olvidarlo quienes gustan de presentar como científicas supuestas pruebas acerca de la existencia de espíritus, seres de otra dimensión o creadores de mundos. Lo mismo vale para quienes publicitan como avances científicos cosas como agua magnetizada, pulseras milagrosas, remedios homeopáticos y babas de caracol.

domingo, 3 de junio de 2007

Lirios


Dicen que el movimiento es preferible a la inacción. Lamentablemente, desconocemos lo que nos aguarda en los recodos del camino así que nos resistimos a movernos prefiriendo permanecer sentados mientras esperamos a que algo ocurra.

Claro que somos mortales y en nuestro estático deambular vamos tratando de apresar la inteligencia de los demás en la exuberancia de nuestras ideas. Normalmente, la única atrapada es nuestra propia mente. O tal vez nuestro corazón.

sábado, 2 de junio de 2007

Casablanca

Me acordé de Casablanca porque ando otra vez con el tiempo a las vueltas. No corre.

Me acordé, mejor dicho, de la canción central de la película, que habla de cosas que suceden según va pasando el tiempo y me acordé, claro, de la frase más famosa de la historia del cine: "Tócala otra vez, Sam". Puede parecer chocante pero esta frase nunca fue pronunciada en Casablanca sino que fue el título de una obra de teatro posteriormente llevada al cine por Woody Allen como "Sueños de seductor".

Una demostración más de cómo una confusión puede asentarse en la memoria colectiva hasta convertirse en verdad grabada a fuego.

Si no ésa, hay otras frases memorables en el guión. Cuando Strasser, el alemán, le pregunta a Rick cuál es su nacionalidad, éste responde con un contundente "Soy borracho". No digo yo que el nacionalismo sea comparable con la adicción al alcohol aunque no cabe duda de que algunos nacionalistas especialmente violentos se comportan con la salvaje obstinación de quien es presa del delirium tremens.

La película termina con el comienzo de una hermosa amistad entre el capitán Renault y Rick.

Siempre me han gustado los finales que no finalizan, esos finales que solamente cierran la historia que te han estado contando pero dejan libres a los personajes para continuar con sus existencias. Existencias que parecen, por ello, más cercanas, más reales. A fin de cuentas, a todos nos ocurre que los sucesivos finales que experimentamos a lo largo de la vida son sólo los principios de nuevos episodios. Al menos hasta el final último, cuando te embalan en una caja de madera.

Pero ahora lo que me hace falta es que el tiempo vaya más deprisa. Luego puede detenerse para siempre, si quiere, pero que corra ahora y me devuelva los trinos que se llevó.

viernes, 1 de junio de 2007

El sargento Pimienta

Que cuarenta años no es nada, dice el tango en un alarde de exageración. Cuarenta son los que cumple "La Banda del Club de los Corazones Solitarios" de los Beatles, tiempo más que suficiente para una vida. Las hay más cortas, sobre todo si tienes la desgracia de nacer en Swazilandia o Sierra Leona, donde la esperanza de vida es inferior a eso.

Pero ahí están, con sus guerreras de colores que les dan todo el aire de una banda de circo, rodeados por un montón de iconos de la cultura occidental pese a su vena filo-oriental. O precisamente por ella.

Es legendario el comentario de que el título de "Lucy in the Sky with Diamonds" fue elegido ex profeso para que sus siglas resultaran ser L.S.D., como las de la Dietilamida de Ácido Lisérgico, tan popular en aquellos (extramuros España) desquiciados y coloristas años sesenta. Digo que el comentario es legendario queriendo significar que es una leyenda pues Lennon siempre sostuvo que se debía, simplemente, a un dibujo de su hijo.

Suele carecer de importancia que una historia sea verdadera o falsa. Si se repite lo suficiente pasará al acervo popular convertida en poco menos que dogma de fe.

Tendré que hablar, un día estos, del motor de agua que las empresas petrolíferas mantienen en secreto para que no acabe con su negocio.

jueves, 31 de mayo de 2007

La paradoja de los gemelos

Dicen que el tiempo, la percepción del paso del tiempo, es dependiente del observador. Cuando oigo esto pienso siempre en la forma en que el tiempo discurre, tan lentamente, cuando nos aburrimos y cómo vuela cuando nos lo estamos pasando bien. Relatividad, ya saben, aunque seguramente los físicos no estarán de acuerdo con esa consecuencia de la Teoría.

Einstein propuso un experimento mental para intentar probar esa condición de dependencia del tiempo respecto del observador. Se trata de suponer a dos gemelos, uno de los cuales se queda en la Tierra mientras el otro viaja por el espacio a velocidades próximas a la de la luz. Su reencuentro resultará de lo más sorprendente ya que, debido a los efectos relativistas, el tiempo se habrá dilatado, habrá transcurrido más lentamente, para el viajero y será, por tanto, más joven que su hermano gemelo.

A esto se le llama, vox populi, "la paradoja de los gemelos" aunque, en realidad, la auténtica paradoja no es el hecho de que uno sea más joven que el otro. La auténtica paradoja, que, dicho sea de paso, trajo no pocos quebraderos de cabeza a Einstein hasta que logró resolverla, consiste en que, dado que no hay un marco de referencia fijo sino que éste varía dependiendo del observador, desde el punto de vista del gemelo viajero es el otro, el que está en la Tierra, el que se mueve con respecto a él y, por tanto, debería ser al otro a quien afectara la dilatación del tiempo y ser, por tanto, más joven.

Así pues, ¿para cuál de los dos se dilata el tiempo, en realidad? Hay una especie de justicia poética en la duda mas, desafortunadamente, la física y la poesía tienen pocos puntos de contacto y las matemáticas resolvieron, finalmente, la paradoja: el que se queda en casa envejece más rápido, hecho que fue probado posteriormente mediante experimentación mandando de viaje relojes atómicos sincronizados con otros en el suelo. En fin.

Pero, consolémonos, aún siguen quedando pequeños misterios en torno al tiempo. Por ejemplo:

El tiempo suele quedarse en suspenso entre dos acordes mayores de guitarra, adormecido como el pequeño roedor que busca sobrevivir al invierno. Las bailarinas siempre lo han sabido y aprovechan esos instantes sin tiempo para levitar sobre las puntas de sus pies, libres de la tiranía de las leyes físicas.

También es cierto que se han dado casos de bailarinas cuyos pies han logrado detener todos los relojes del teatro.

Edgar Degas lo sabía. Lo pintó muchas veces.


miércoles, 30 de mayo de 2007

Alondras y otras avecillas

Esto es una especie de porqué.

Y es que, a veces, las alondras emprenden vuelos circulares que las llevan más allá del horizonte. El que camina las ve pasar acongojado y espera que regresen pronto a llenar el aire con sus trinos. Su falta puede llegar a causar tan hondo vacío que tal vez un blog no sea más que un vano intento de reemplazar lo irreemplazable.

Afortunadamente, una semana pasa rápido y, mientras tanto, puedo intentar informarme sobre qué es una alondra:


Reino: animalia
Phyllum: chordata (cordados)
Clase: aves
Orden: paseriformes
Familia: alaudidae (aláudidos)


La familia de los aláudidos agrupa a unas 250 especies de alondras, terreras y calandrias y, al parecer, el género Alauda al que pertenece la alondra común (Alauda arvensis) fue descrita por el mismísimo Linneo allá por el siglo XVIII.

He de hablar de Linneo otro día y de sus trajes de esquimal pero ahora no puedo dejar de comentar que los paseriformes son esos que suelen llamarse "pájaros canores", es decir, los pajarillos de bosques, praderas y jardines, para entendernos.

Dicen que las alondras no cesan de cantar mientras son perseguidas por las aves de presa. Tal vez no sea más que el simple resultado de un proceso evolutivo, una característica que se ha ido potenciando porque sobreviven y se reproducen más las alondras que cantan que las que no lo hacen. A mí me parece, sin embargo, que la alondra canta para conjurar el miedo. Ése como vértigo ante el vacío del futuro a nuestros pies. ¿O será mi propio miedo el que me hace pensar tal cosa?

Mientras lo pienso de nuevo:

Canta la alondra arriba,
muy arriba sobre las tejas del mundo mientras llueve...