jueves, 30 de agosto de 2007

Ángela

Men and angels (James Christensen)
Ángela experimentaba el lento deslizar del tiempo con la precisión de un mecanismo de relojería. Podía ver su pasado como una interminable sucesión de postes clavados a la orilla de un camino que se perdía en la distancia, más allá del horizonte. Se sentía como un viejo óleo cuya pintura comenzaba a descascarillarse, un objeto próximo a ser arrinconado por inservible.

Mas de las brumas de ese mismo tiempo al que temía surgió la voz que le susurró al oído las palabras que tanto había ansiado escuchar: el futuro no existe y debe ser construído minuto a minuto mientras nos quede aliento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...El aliento del presente, del instante, que en breve pasará, desvaneciéndose, en pasado.

Ángela entonces entendió que el tópico era real; que el tiempo era sólo una entelequia; que era ella la que debía vivirlo y no dejar que el tiempo la viviera a ella. Se dejó acunar entonces por el instante, dulcemente sonriendo...

Anónimo dijo...

Bonito colofón a mi breve pincelada. Gracias :-)