miércoles, 22 de agosto de 2007

Manglar

Mangrove Mystique (Ana I. Quirós)

El aire del bosque olía a hongos, a humedad, a musgo. Largos jirones de una niebla espesa y pegajosa se arrastraban casi a ras de suelo enroscándose en torno a los troncos de los árboles. Pensó que era la atmósfera perfecta para una de aquellas historias de fantasmas que solían contar los chicos, la cara iluminada por la rojiza luz de una linterna, frente a la hoguera de un campamento. Caminó sin prisas en dirección a la orilla del pantano y siguió adelante incluso cuando sus pies comenzaron a caminar sobre el agua. Sólo se detuvo al volver a flotar sobre la tierra seca al otro lado, en el lugar en que había muerto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Previsible y sin embargo, impactante. Felicidades.